Jugamos un rato con la música de nuestros celulares y dormimos. Por lo tanto la madrugada-mañana no tuvo ningún tinte interesante.
Día lunes yo retomo nuevamente la Facultad. Cuando vuelvo estaba como que muy aburrida, y decidí ir a su casa a merendar.
Caí, tomamos mates, charlamos, bla, bla, bla. Se hizo la hora de cenar. Le pedí que me bajara a abrir así me iba.
Nos despedimos en la vereda con un beso de mejilla. Al caminar dos o tres pasos, siento que me llama: Caro! Esperá
Yo me doy vuelta ingenuamente, y ahí me arrebató un beso, seguido de una mirada y una sonrisa cómplice de mi parte.
Ese beso, después confesaría, quiso dármelo desde el día que me conoció, pero había algo en MI que lo inhibía.
La semana siguiente transcurrió con normalidad, a excepción que me lo crucé por la calle dos o tres veces en un radio no mayor a 3 cuadras a la redonda. Ah! y empezó la colección de mensajes de texto.
Suele pasarme que a veces me llega un msj al celular, y no es de forra, pero estoy haciendo algo y digo: Después lo contesto, y me cuelgo.
Y cuando voy a contestar me parece que no es un horario apropiado y así sucesivamente, hasta que ya pasó una semana y es tarde para contestarlo.
EL HOMBRE me mandaba msj casi a diario, contestaba un par, y me hartaba. Aparte yo tenía mi vida facultativa, y siempre me agarraba en clase haciendo algo. Enseguida me pusé mi "corazón coraza" dejando de darle importancia y tomándolo como si fuese cualquier otro más del montón que me rompía las bolas.
El señorito no paro de insistir, era un:
- ¿Qué hacías? ¿Todo bien?
- ¿Qué hacés esta noche? Hagamos algo querés?
- y bla, bla, bla más sms al estilo
La gota que me colmó el vaso fue un mensaje casi a finales de junio que decía:
- Hola. Si te jode que te escriba decímelo y no lo hago más, porque quedo como un boludo así
A ese mensaje no lo pude ignorar. Tuve que responder:
- Ei hola... no me jode, si no te contesto es porque estoy a full. Apenas termine de rendir y esté libre te aviso y hacemos algo. Beso
Y listo, quedó ahí. Quedaba nuevamente en mis manos la decisión de avisarle de hacer algo.
Terminó mi época de exámenes bastantes días después.
Mi pensamiento en ese momento fue: Pobre loco, la viene remando... Aparte es piola, parece buen tipo. Vamos a ver que onda.
Asique ni bien sali de rendir volví a casa, dormí una siesta y cuando reviví le dije:
-Hola, perdoname que me re colgué con vos. Si estás voy a merendar
Me respondió que todo bien, que no había hecho nada que no se arreglara con un par de mates y una charla, asique compré unas facturas en la panadería del frente y enfile a su hogar.